La batalla empezó muy igualada, con el flanco derecho protegido por una fuerza imponente de rusos pero el centro controlado por la división mecanizada alemana. A su vez, el flanco izquierdo estaba protegido por la compañía de infantería británica, apoyada por los nuevos Churchill Crocodrile y la artillería de cañones de 25 libras.
Mientras que la Panzerdivision conseguía hacerse con el centro del tablero y la infantería británica avanzaba por el flanco izquierdo, a la derecha los rusos permanecían impasibles pese a la presión del bombardeo de 8 Cromwell y el fuego de 5 carros antitanque.
Aunque al principio los germano-británicos parecían estar haciéndose con el combate, la aviación americana junto a su artillería, y la imposibilidad de romper el flanco derecho, lo que atrajo muchas tropas al sector (porque allí estaba el objetivo británico a defender), acabó por mover la balanza poco a poco hacia la alianza ruso-americana. A la vez, en el flanco izquierdo, ante la imposibilidad de la infantería americana de enfrentarse a los Crocodrile apoyados por la artillería, la aviación consiguió destruir dos de los tres tanques pesados, frenando el avance inglés por ese lado.
Todo se decidió en el centro del tablero. Aunque al principio consiguieron avanzar y controlar la situación, la división acorazada alemana poco a poco se vió incapaz de romper las líneas ruso-americanas, que en este punto habían optado decididamente por permanecer estáticas y resistir. Pese a una cantidad desmesurada de bajas (sólo sobrevivieron 3 de los 12 tanques americanos), la aparición final de los M10 y el fuego de artillería de las dos baterías acabaron por diezmar a la división alemana, que perdió su chequeo de moral y decidió el combate a favor de los rusos y americanos.
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